lunes, 29 de noviembre de 2010

Toma el control



Una noche después del trabajo yo quería salir a cenar fuera y él quería quedarse pero después de una pequeña confrontación logré disuadirlo a regañadientes. Decidí cambiarla ropa que llevaba puesta por algo más cómodo pero cuando me estaba desvistiendo él entró y me dijo que me quería lista en 10 minutos con las medias negras de liguero que me regaló, las tangas rojas de blonda y un brassier negro; encima un abrigo negro y que me esperaba en el carro. Salió con la expresión típica en su rostro diciéndome que estaba molesto pero tan jodidamente excitado que me quería devorar antes de llegar al restaurante.

Me subí al carro y estaba allí con su pene erecto fuera de su pantalón, se veía tan duro y sus ojos con tanto deseo que no dude en metérmelo en la boca como si estuviera ardiendo buscando que me calmara las ansias de comérmelo.
Él me pedía que no parara mientras sus dedos resbalaban por mi cadera buscando mi huequito de atras en el que le encanta divertirse y poco a poco metió su dedo anular humedecido previamente con su saliva.

Me comía la boca con firmeza mientras metía y sacaba su dedo, eso por supuesto aumentaba el morbo de la situación y yo estaba decidida a chuparlo hasta desgastárselo. Su dedo y su pene se movían en un solo ritmo de forma tal que me atragantaba. Mi lengua no paraba de moverse para estimular todo su glande haciendo que todo su cuerpo se estremeciera. esto hizo que su calentura se incrementara tanto que empujaba mi cabeza para que mi garganta se agrandara tanto que pudiera comerme la garganta. Me hundía su verga caliente con rapidez hasta que derramó todo su semen en mi interior, no sin antes advertirme que si derramaba una sola gota tendría que repetir la dosis pero con su dedo en mi boca y su verga atravesando mi culo apretadito.

Levantó mi cara y vio como yo permitía que una gota de su leche resbalaba por la comisura de mis labios.

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