Mis apetitos en el juego

Por fin juntos después de tantas horas de ausencia. Luz de la tarde sobre la ventana, los cuerpos unidos en un juego de discreciones y miradas provocadoras que enlazan los cuerpos y las almas en un vapor de amor y deseo. El ambiente se hacia espeso y las formas rojizas que impacientes se movían a nuestros alrededor. Todo se vuelve locura y pasión, todo arranca en un punto de deseo para convertirnos en dos amantes locos anhelando ser poseído el uno por el otro hasta descender en agónicos espasmos de placer y energía sensual.

Obedecimos al instinto, caímos en la provocación. Tome consciencia de la situación cuando atesoré la enorme erección de su miembro y cómo se humedecía su glande entre sus ropas, permitiendo que con las caricias de mi mano surgiera de entre sus pliegues.

Él percibe el deseo en mi mirada y el aroma que desprende mi ropa, era capaz de percibir todo el fuego y la humedad que brotaba de mi interior; yo seguía en mi tarea sensual de moverme al ritmo de las jugadas de billar en las que podía perfectamente agacharme encima de la mesa y dejarle ver mi sutil escote que previamente había ajustado de forma que me viera como se hinchaban mis senos y mis pezones crecían en mi sostén.

Decidí acercarme para hacerle notar mis apetitos de arrancarle la ropa y que a su vez él lo hiciera conmigo. En una jugada difícil pido ayuda, abogando a la caballerosidad y a sus conocimientos en el juego, me inclino hacia el frente, cogiendo entre las manos el taco pero no sin asegurarme de que su pene abultado quede justo en medio de mis nalgas. Y fue entonces y fue allí, cuando me alzó con sus manos fuertes y decididas sobre la mesa y sin dudar bajó su cabeza a mi entrepierna para besarme haciendo mi que humedad se acrecentara e hizo realidad mi deseo de desnudarme con pasión para que hiciera en mi piel lo que majestuosamente hacia sobre mi pantalón. Me lamió, me besó, me exaltó de tal forma que no pude evitar tener un mágico orgasmo justo en su boca.

Siguió su lengua en tan prodigiosa labor después de haberme arrodillado en la mesa. Desnuda y con el cuerpo hecho un hoguera, sujetó mis nalgas, separándolas levemente para facilitar su misión, de un apretón clavó su sexo hasta el fondo, mientras mordía con arrebato mis hombros, mi nuca, mi cuello, agarro uno de sus dedos para chuparlo e intentar ahogar mis gemidos... con el alocado baile de mis caderas alrededor de su sexo, su henchido miembro penetraba aun mas en mi húmedo interior a cada embestida. Ardíamos en un fuego desenfrenado pero me fue inevitable no apetecer tener esa misma satisfacción en mi boca, así que recostada en la mesa acaricié suavemente sus testículos mientras mi lengua indagaba en cada uno de sus pliegues hasta escuchar sus gemidos que, indudablemente, me indicaban que a estar a punto de eyacular, y yo como experta alumna recibo en mi garganta toda su calida esencia entre gemidos. De manera generosa le reintegré cada una de las gotas que anteriormente mi sexo depositó en su rostro...

Con todo mi amor.

SJ