sábado, 18 de julio de 2009

TARDE DE FRIOS DESTELLOS 2


La escena erótica

En un instante y de un solo envión, tomándola por la cintura la senté sobre la mesa de juego, sus manos cayeron hacia el paño, inclinando un poco su espalda y abriendo sus piernas empecé a besarla en medio de ellas por encima del pantalón. Poco a poco fui deshaciéndole de sus ropas hasta llegar a sus prendas íntimas. Sintiéndola húmeda, fui deslizándola sobre sus piernas para seguirla besando entre ellas mientras quedaba en mi boca el suave sabor de lo que de su vagina emanaba, fue allí donde la sentí estremecerse mientras un orgasmo profundo resquebrajaba sus entrañas .

Le pedí que se arrodillara sobre la mesa y colocara sus senos sobre el paño permitiéndome verle la inmensidad de sus glúteos, la estreches de su ano y la rosada y delicada piel de su sexo. En mi pantalón mi pene ya no aguantaba las ganas de mostrarle mi fogosidad y me desvestí de manera salvaje y desaforada mientras ella movía sus caderas invitándome a poseerla por donde a mi bien me placiera.



Seguí besándola, lamiéndola, llevando mi lengua, desde su clítoris hasta donde le empezaba la espalda, sintiendo como eso la excitaba aun más y su humedad se incrementaba. Me arrodille detrás de ella y salvajemente tomé posesión de su dilatada y caliente entrepierna, los dos nos movíamos con movimientos uniformes; yo hacia delante y hacia atrás, ella de forma circular iniciando el movimiento en su cintura y terminándolo en sus rodillas. Me pidió que parara, que me bajara de la mesa y acostándose boca arriba sobre ella me pidió que le introdujera mi pene en su boca mientras descolgaba su cabeza en un costado de la mesa. Me sentí llegar hasta las profundidades de su garganta mientras ella con sus manos extendidas me tomaba de las caderas para acercarme más hacia su boca.

Le pedí que se bajara de la mesa y se parase frente a ella, que abriera las piernas y se inclinara extendiendo los brazos para coger así, en cada mano, una de las bolas que aun quedaba sobre la mesa. Volví a lanzarme sobre ella, a penetrarla con fuerza, escuchando los gemidos suaves que emergían de su garganta. Noté que nuevamente estaba atravesando su cuerpo la inmensidad de un orgasmo. Estiré mis brazos y cogí los suyos, coloqué sus manos sobre sus glúteos para que moviéndolos hacia fuera permitieran un fácil acceso de mi pene en su culo. Su gemido me estremeció y me mostró cuanto lo disfrutaba, me pidió que me viniera y mientras mis dedos acariciaban sus entrañas me provocó uno de los más prolongados orgasmos mientras apretaba sus labios vaginales dándome a entender que una nueva ráfaga de espasmos estremecían el fastuoso cuerpo de mi hermosa mujer.




Te Amo SJ
CGMB

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